MISIÓN GEODÉSICA. JORGE JUAN Y ANTONIO DE ULLOA

Si hablamos de la Mitad del Mundo nos estamos refiriendo a Ecuador, el país de Sudamérica que concentra la mayor diversidad en una porción de tierra tan pequeña. Es un paseo de un día desde Quito. La principal atracción del lugar es el monumento a la Mitad del Mundo, el cual tiene como finalidad el resaltar la ubicación exacta del Ecuador, del cual el país toma su nombre, y recordar la misión geodésica franco-española del siglo XVIII que ubicó el sitio aproximado por el cual pasa la línea equinoccial.
Con 21 años Jorge Juan asume por primera vez, junto a su amigo Antonio de Ulloa que tenía 19, una alta responsabilidad. Ambos acababan de salir de la Escuela de Guardiamarinas y fueron reclutados para una misión singular. Gracias a la iniciativa de la Academia de Ciencias de Francia, una de las instituciones científicas más prestigiosas de la época, se proyectó un experimento consistente en realizar una serie de mediciones del arco del meridiano a la altura del Ecuador (luego con ayuda de las matemáticas se obtendría el perímetro de la tierra) y compararlas con iguales mediciones sobre los Polos. Para ello se contó con la participación de los españoles Jorge Juan y Antonio de Ulloa.
Lo que hoy puede parecer un ejemplo de cooperación científica por aquel entonces era complicado por cuestiones diplomáticas, comerciales, bélicas y políticas en medio del intento casi se llegaba a olvidar el verdadero motivo de la misión.
Además de realizar sus propias mediciones Jorge Juan y Antonio de Ulloa deberían impedir que los franceses recabasen datos sensibles del virreinato del Perú con los que Luis XV podría romper el monopolio comercial hispano en América. También levantar mapas actualizados de todas las ciudades y fortificaciones.
Antonio de Ulloa y Jorge Juan se convirtieron en dos españoles cosmopolitas, académicos en Francia e Inglaterra y a Jorge Juan se le acabó conociendo como “el sabio español” en media Europa.

La marcha hacia América Ecuatorial la dirigió el matemático y geógrafo francés Charles Marie de La Condamine, militar de profesión que pronto centró sus intereses en las matemáticas y las exploraciones geográficas, se refería a ellos como “sus compañeros españoles, dos camaradas de viaje nombrados por la corte de España para asistir a nuestro trabajo”. Ironiza así con su juventud y con el hecho de que les ascendieran automáticamente a tenientes de navío: “Es así como se empieza a contar en España con las gentes que solo llevan al Perú el amor a la física de pacotilla”. Basándose en esto lógicamente, Voltaire compondrá poemas y hasta un drama, convirtiendo la expedición en un tema de moda entre las élites de París.

Además de estar ambas expediciones plagadas de reputados sabios franceses del momento, la iniciativa contó con apoyo español. La Corona quería ampliar los conocimientos acerca de sus gigantescos dominios en América y aprovechó que el monarca francés Luis XV era sobrino de Felipe V y éste a su vez «señor» de los dominios americanos.

La misión española había partido de Cádiz en 1735, les esperaban nueve años durísimos. Una vez en Quito, realizaron triangulaciones kilométricas que extendieron hasta Cuenca, la ciudad situada a casi 400 kilómetros al sur, y cuyos vértices frecuentemente se instalaban en la cima de montañas que alcanzan los 5.000 metros.
Estaban sospechando que la distancia entre los meridianos variaba dependiendo de la longitud en que son medidos. Es decir, la tierra no era en absoluto una esfera perfecta y por tanto todos los conocimientos de navegación y Cartografía partían de premisas equivocadas. Lo que hoy ni nos molestamos en cuestionar, en su día fue objeto de estudios y experimentos en condiciones muy adversas y sin tantos medios como hoy se poseen. Estamos en un momento en el que tiene lugar una de las más interesantes polémicas científicas de la historia, Descartes con Newton “Francia con Inglaterra” en lo relativo a sus concepciones de física y mecánica. La Condamine culminará la misión que ratificaría el ensanchamiento terrestre en el Ecuador tal como había predicho el gran Isaac Newton.

Durante la misión los lugareños pensaban que aquellos hombres buscaban oro y piedras preciosas y de tanto mirar al horizonte montañoso, fueron allí conocidos como “los caballeros del punto fijo”. Muchos fueron los contratiempos. En Quito una multitud los echó a pedradas y algo después el médico del grupo es asesinado al parecer por un asunto de faldas.
Otro contratiempo en 1740, Jorge Juan y Ulloa habían sido requeridos por el virrey, el marqués de Villagarcía, para organizar la defensa de las costas de Guayaquil y El Callao ante los ataques ingleses y tuvieron que interrumpir sus observaciones.
Acabada la campaña, en 1748 Jorge Juan y Antonio de Ulloa regresan a España y cotejando sus datos se adelantaron a los franceses con la publicación conjunta de Relación histórica del viaje a la América Meridional, cuatro tomos de historia, política, geografía, etnografía y otras cuestiones del virreinato.
Estamos ante una auténtica gesta científica que abrió muchos caminos a diversas ramas del saber: Geodesia, Astronomía, navegación, Botánica, etc. Sus investigaciones resultaron vitales para el posterior desarrollo de la navegación, la cartografía y, siglos más tarde, la rotación de los satélites artificiales.
Emparentado con la visión de Bartolomé de las Casas, Jorge Juan constata en una de sus frases más calmadas: “La tiranía que padecen los indios nace de la insaciable hambre de riquezas que llevan a las Indias los que van a gobernarlos”. Elabora un informe, pero de vuelta a España, Jorge Juan se enterará de la muerte de Felipe V, el rey que le reclutó y encargó la delicada misión.
Después de haber combatido las correrías de una armada inglesa por las costas peruanas y de ver cómo era necesaria allí la presencia naval española, y el peligro real que los corsarios suponían para los barcos franceses en los que regresaban los académicos como ellos, hizo que el marino recapacitara y buscara una solución, más aún cuando la nave que traía a Ulloa, la Deliverance, fue apresada. Había que tener en cuenta la evidente debilidad de los buques franceses frente a los ingleses.
Y entonces, a su vuelta tiene un encuentro muy afortunado con una persona que comparte sus mismas inquietudes: el marqués de la Ensenada. Juntos darán un vuelco a la construcción naval en España.

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